domingo, 30 de enero de 2011

Crónica de una noche.

Esta noche quise demostrarme que puedo relatar una historia, cualquier historia. Veamos qué resulta del invento...

Como en otras ocasiones, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.

Algo he aprendido con el tiempo, se que los momentos ociosos traen con ellos un elemento habitual: se prestan para añorar, para desear y para planificar cosas que tal vez mañana ya no pensamos hacer...


Aquella noche libre pude definirla con una palabra: Larga. A veces parece increíble que se pueda tener tanto tiempo por delante y tan pocas cosas que hacer, días como estos te recuerdan que después de las tormentas queda la calma. 

En mis días ocupados he encontrado distracciones para la mente. He tomado más trabajo del que puedo hacer, el resto del tiempo lo paso fuera de casa, procurándome cansancio. Se que si estoy agotado, sólo querré dormir y que aunque deseara dedicarle algo de mi tiempo, la falta de fuerzas me lo impediría. Entendí que tal vez por un tiempo, no podía permitirme tener un rato de ocio.

Pero esta era una noche diferente. En las últimas semanas fui tan eficiente ocupándome de todo que me creé un espacio de tiempo en blanco. No lo pretendía, simplemente sucedió. 

Como pude prever que ese momento de pausa llegaría, he querido hacer planes para borrar el ocio, pero, aunque busqué ideas por todas partes nada ocurrió. Por un momento pensé que podía dar un paseo, me detuve al sólo encontrar entre mis alternativas y destinos a gente y lugares en común. He intentado evitarlos: era mi primera noche libre desde que aquello sucedió y yo ya no quería recordar más. No quería recordarla más.

Ante la falta de planes decidí quedarme en casa, en parte bajo la idea de que de los sitios comunes, sería el menos común. Obvié voluntariamente que en mi habitación, regados en varios rincones, hay aún algunos objetos que no alcancé a entregarle de vuelta cuando se marchó, o que en mi ordenador aún tengo una inmensa cantidad de fotografías de días mejores. También obvié que en una pila de discos todavía conservo el original de aquel CD con una selección de canciones que identificaban nuestros momentos importantes. 

Hay tantas cosas que guardé por falta de voluntad para tirarlas a la basura o quizás por simples ganas de conservar documentado ese pasado que dio tanto de si. Son cosas que forman parte habitual de mi día a día y que por ser cotidianas, ya no duelen.

Mi plan improvisado para evitar recuerdos estaba listo, era hora de hacerlo correr.

Debajo de las cajas de las películas que entretendrían mi noche estaba un cuaderno viejo, tenía tanto tiempo sin verlo que inmediatamente llamó mi atención. Siempre que te encuentras algo que tiene parte de tu historia, te detendrás a mirarlo, la curiosidad es algo de lo que nadie se escapa. 

Dentro de las hojas del cuaderno había una hoja doblada, una hoja que reconocí inmediatamente. Era una carta. Todo lo que hice para no pensar acabó llevándome a hacer aquello que evité todo el tiempo. Llegué a un sitio donde no tuve más remedio que leer lo que su momento le salió del alma. Y no pude evitar los recuerdos, no pude evitar añorar aquellos tiempos, e incluso desear que volvieran. Con la mente en blanco leí varias veces más, analizando cada palabra.

Me di cuenta de lo fácil que es prometer cosas y de que con palabras todo es posible. Pensé incluso en mis promesas, y supe que a veces simplemente no es posible cumplir todo, siempre existirán las cosas que se escapan de nuestras manos.

No noté cuándo la noche dejó de ser noche, pero las películas se quedaron sin estrenar. Llegó el momento de dormir, pensando "mañana será otro día, tendré en qué ocuparme de nuevo y a pesar de eso, será un día mejor. A partir de mañana ahora sí que no la pienso, ya no la recuerdo. Desde mañana ella no existe". 

Lo cierto es que todavía ahora, en muchas noches me doy cuenta de que por mucho que quiera borrarla y evitar todo, existe. Y es que los planes de días como aquel pocas veces se cumplen.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.

sábado, 29 de enero de 2011

Si realmente deseas algo, deseala un poco menos.

Si hay algo en esta vida a lo que deberíamos temerle es a nuestros deseos... Pueden volverse realidad.

¿Por que digo "temer?". Estoy tan corto de tamaño como de ideas. Espero ser lo mas claro posible...

Los deseos a menudo suelen ser algo irracionales. Muy pocas veces, o mejor dicho, nunca se desea algo con la razón. Cuando algo se desea es el corazón quien nos impulsa a cumplir ese deseo y en casi la mayoría de los casos emprendemos la búsqueda del mismo sin importar el costo de éste y aquel dicho que asegura que "el fin justifica los medios" no suele aplicar mucho para este caso, pero... ¿por qué?.

Lo irracional llega cuando comenzamos a sentir la necesidad deshacernos de todo eso que nos gusta, de todo aquello que inconscientemente nos hace sentir bien, de prescindir de cosas que estábamos acostumbradas a poseer o hacer, a veces comprometiendo nuestra esencia y dignidad con el simple propósito de cumplir ese deseo, pero nuestras expectativas son tan grandes que una vez que estamos allá y nos damos cuenta que las cosas no salieron como estaban planeadas dejamos de desearlo.

Otras veces el deseo se cumple, pero la mayoría de nosotros no sabemos que hacer después de concretarlo. Así somos, nos enfocamos tanto en desear algo que se nos olvida por completo la parte mas importante de todas: cómo conservarlo.

Es irónico, pero ni se imaginan cuantas cosas llegué a perder por desearlas demasiado.






sábado, 22 de enero de 2011

Promesas.

Un día le prometí que si su felicidad ya no estaba a mi lado, me alegraría por ella cuando la consiguiera de nuevo, no importaba si yo no era la causa. Lo hice con la seguridad del que cree que no puede equivocarse, pues me parecía una promesa lógica.

En aquel momento creí que verla feliz era lo que me llenaba, que cada cosa que hice, no importa qué tan grande o tan pequeña, valía la pena si me daba ese resultado. Entre lo mucho que disfrutaba verla así y lo que me mataba saberla triste, pensé que la situación estaba clara: Amé su felicidad y haría lo que fuera por conseguirla.

Estaba tan seguro de que era lo que quería, que hice alarde de mi promesa ante quien quisiera escucharme. Internamente era una fuente de orgullo "saberme" capaz de querer tanto a alguien como para cumplir algo así.

Eran momentos felices, nada podía fallar... O tal vez sí.

El tiempo, que no perdona a nadie y lo desgasta todo, hizo su trabajo. Mi libro de ideas se quedó corto, lo que en su momento fueron virtudes comenzaron a ser defectos. Cosas que en otro momento se habría resuelto con sonrisas, un abrazo y mil besos, pasaron a no tener una solución que implicara seguir un camino juntos.

Hoy que se que ha encontrado su felicidad en otra parte, supe que tal vez estaba equivocado, me di cuenta de que no hice esa promesa porque era capaz de cumplirla, sino porque pensé que jamás tendría que hacerlo.

Tal vez acertó aquel que dijo que no es lo mismo llamar al demonio que verlo llegar. He recordado que hice una promesa y soy un hombre de palabra, quiero cumplirla... pero la verdad es que no se cómo.

Neo.

miércoles, 19 de enero de 2011

Decir adios.

Cada nuevo comienzo nace del final de un comienzo anterior.

Parece un trabalenguas, pero es sólo un trozo de una canción que me gusta. Como es lógico, me hace pensar en comienzos, pero más que todo en finales y en la dificultad de los mismos.

De todo final, lo más dificil siempre fue el dejar ir. Me he despedido tantas veces que aunque intentara llevar una cuenta no podría, me pasa porque, como todas las palabras, no es obligatorio que el adios esté acompañado por el sentimiento que le corresponde.

Dejar ir es posible cuando sabes que puedes avanzar y ya no importa cuántos recuerdos de cosas buenas tengas, no importa que la memoria a veces sufra de alzheimer selectivo, que sea una eterna optimista y elimine todo lo malo de nuestros pensamientos.

Dejar ir es posible cuando dejas ser, cuando encuentras otro camino y eres capaz de seguir adelante a pesar de todo lo que te invite a volver atrás. Implica soportar la tentación de volver a lo ya vivido, a esa zona de comfort que te da lo que ya conoces, lo que ya viviste.

Dejar ir es posible cuando te das cuenta de que si eso que dejas atrás fue agradable, lo fue porque fuiste una parte importante y que si un día así lo quisieras, podrías ser parte importante de algo nuevo, donde aplicarás lo que antes te dio aciertos y evitarás los viejos errores. La vida es vernos escribir una colección de cuentos cortos que con el tiempo y la práctica cada vez se hacen más largos y completos.

En fin, cada nuevo comienzo nace del final de un comienzo anterior, pero para procurar comenzar una historia, primero hay que atar los cabos de la que ahora dejamos detrás.

Neo.

domingo, 16 de enero de 2011

Indiferencia.

"Lo contrario del amor no es el odio... es la indiferencia."

Yo no creo en la indiferencia como tal, mas sí que creo en la capacidad de fingirla. Y no creo que ésta sea lo contrario al amor, pero sí un gran castigo para los enamorados.

Paso a explicarme.

La indiferencia, a mi entender, sería esa percepción de que algo que fue parte de tu vida ya no significa nada, para bien o para mal. Implica que no queda un simple recuerdo, no pensar un solo segundo en eso que ahora "es indiferente", no vale ni siquiera recordar un nombre o emitir una comentario al respecto porque ya no sería algo indiferente: deja de serlo al tener conocimiento del tema y, sobre todo, tomar tiempo para opinar.

Decía que no creo en la indiferencia como tal porque pienso que una vez una situación introdujo un cambio en tu vida, ese cambio siempre deja algunas secuelas. Si hay situaciones tontas que dejan algo para recordar el resto de tu vida, ¿Cómo puedes borrar algo que llega a ser tan importante como esa persona de la que alguna vez te enamoraste?.

Y si aún existiera la posibilidad de olvidar, siempre queda el resto de los seres vivientes, lugares, olores, canciones... para refrescarte la memoria, para recordarte dónde estás.

Hay que tener claro que algo puede dejar de tener la relevancia que tuvo en un momento determinado, es obvio pensar en eso cuando vemos que somos capaces de superar y seguir adelante con nuestras vidas, pero no hay poder que haga que lo vivido se borre por completo.

También hablé de castigo para los enamorados, y sí hablo en plural es porque eso que llamamos indiferencia fastidia a quien la recibe, pero aún más a quien la da. Quien decide "olvidar" lo hace porque lo que ya no quiere recordar le hace daño.

Partiendo de la idea anterior, aceptamos que olvidar es tarea casi imposible. Entonces lo que sucede es que aplicamos lo que más se le parece; fingir que olvidamos. Hacerlo implica pensar constantemente, porque nos toca recordar a cada momento qué era lo que debíamos olvidar.

Entonces comienza nuestra actuación: armamos nuestro guión cuando pensamos en lo que no debemos decir o hacer, en lo que no debemos mirar o escuchar, hacemos lista de todo lo que no debemos tropezar para no traer recuerdos a la cabeza. Y sí, se que suena contradictorio, pero ya me dirán ustedes si no es la verdad.

Luego simulamos ante el mundo que todo está bien aunque llevemos un infierno por dentro. Eventualmente el mundo empieza a estar bien, pero no será gracias a nuestra brillante actuación, sino a que el tiempo terminó de hacer su trabajo.

Así que, amigos, en esta noche de Globos de oro se puede decir que al final de nuestras vidas todos en algún momento hemos sido actores, sólo que algunos son mejores que otros.

Neo.

Soledad

Es tarde en la noche e inevitablemente luego de un largo día solo en mi habitación me queda meditar un poco acerca de algo que alguna vez todos sentimos. Unos pocos simplemente la contemplan, otros se quejan y la gran mayoría toma medidas en el asunto.

Y es que tanto pensar me ha llevado a creer que nunca estamos solos, incluso cuando nos sentimos solos... la soledad siempre nos hará compañía y hasta nos hablará de cosas que por incomodas evadimos.

Luego de varias experiencias, muchos intentos fallidos, me pregunto: ¿Qué nos hace sentir así?. ¿Por qué es que en un momento no le damos la mas mínima importancia y luego termina nublando un día que pintaba el sol en el cielo?. O a veces me voy un poco mas lejos y me pregunto: ¿Cuál es la causa de esta soledad?. Mas tarde me doy cuenta que, tomándome la molestia de echar una mirada al retrovisor, la respuesta que consigo no me agrada mucho. El culpable es uno mismo.

Pasamos buena parte de nuestro tiempo buscando esa persona especial y esto puede generarnos un problema cuando no sabemos qué buscamos. Por esta razón muchas veces terminamos desechando lo que de verdad necesitamos, y es bien sabido por todos nosotros que hay una delgada linea que diferencia lo que uno "quiere" de lo que uno "necesita". Este empeño, este afán por lo que queremos tiene nombre y ustedes lo conocen.

Ahora bien, si es que salimos a la calle buscando una persona que nos haga compañía, ¿cómo es que terminamos a veces más solos?, Simplemente enfocamos mal el objetivo. Como persona todos tenemos esa necesidad de sentir compañía porque no nos gusta estar solos, pero rara vez esa persona en la que concentramos todos los ataques está dispuesta a ofrecérnosla, y ni hablar de la cantidad de oportunidades que nos han pasado por un lado mientras seguíamos enfocados en alguien que no valía la pena.

Tal vez, el sabio tiempo y nuestra paciencia nos recompensan, o mejor dicho, nos den un premio de consolación. Conocemos a alguien, nos hacemos buenos amigos, empezamos a salir con esa persona y a la final creemos que lo conseguimos pero, de la misma manera en que esta oportunidad llega aún con mucha mas facilidad puede desvanecerse. Luego creemos sentir algo por ella pero no hay que confundir, como dice la canción, no nos enamoramos de lo que es ella sino de lo que somos nosotros cuando estamos con ella.

Luego queda una sensación de vacío, que de nada valió nuestro tiempo y esfuerzo, es cuando nos sentamos una noche a pensar o a escribir lo que tantas vueltas nos da en la mente y al final entramos en razón que no estamos solos. Si la soledad nos acompaña y somos culpables de esa soledad entonces nos acompañamos a nosotros mismos.

jueves, 13 de enero de 2011

Oportunidades.

Siempre he pensado que ni el mejor discurso le vende un producto a quien, en el fondo, está seguro de que no lo quiere comprar. No hay manera, no hay poder humano que te haga cambiar de opinión. Si no interesa, aunque te lo pinten como el objeto más útil del mundo, incluso aunque te lo demuestren, encontrarás algo en él que justificará la razón de no querer llevarlo.

Por supuesto, cada regla tiene su excepción. Siempre quedarán los que salieron con la mente abierta, escucharon, valoraron y compraron a pesar que hasta poco antes incluso desconocían lo que ahora llevan consigo.

Y esto se ve seguido, se ve en muchas partes.

Disfrutamos de todo acompañados de todos y podemos vivir la vida de esta manera hasta que centramos nuestra atención en alguien específico. Luego las cosas pueden salir de cara en las primeras de cambio y seguir adelante en compañía de esa persona con mayor o menor éxito.

Pero también puede que no sea el caso, y a pesar de eso, seguimos esperando. Una vez pusimos los ojos en una opción, nuestra naturaleza nos hace cerrarnos ante las posibilidades. Nada más vale, nada más importa, nada más existe.

Aunque llegue alguien cargado de buenas intenciones, de buenas palabras, e incluso, de buenas acciones, si la otra parte no tiene interés, todo esfuerzo caerá en saco roto. Pueden ponerte el sol a tu nombre que tu querrás la luna. Pueden bajarte una estrella que dirás que preferías una nube. Y así con todo lo que te puedan ofrecer.

Las palabras, los esfuerzos, las acciones más hermosas, si no vienen de quien quieres verlas venir, serán vacías, no valdrán nada. En cambio, cuando vienen de quien queremos, incluso el trato más brusco puede parecer una caricia, tres palabras aisladas nos parecen un poema, una obra de arte, la historia más aburrida casi puede parecernos un guión de película... ¿Por qué? Porque así somos, y así nos va...

Somos obstinados, queremos lo que queremos y nada más puede reemplazarlo. Y pasa porque en este campo, casi nunca se trata de lo que tenemos, sino de dónde viene.

Neo.

martes, 11 de enero de 2011

Comienzos.

En amor, sólo el principio es maravilloso. Por eso encontramos tanto placer en volver a comenzar de nuevo. - De Ligne.
Aunque no esté de acuerdo con el completo de la frase, sí con su espíritu. No creo que sólo el principio sea maravilloso porque cuando estamos con La Persona, todo momento lo es, pero sí que el principio es lo más maravilloso porque tiene, entre tantas cosas, picardía, ingenio, inocencia y, sobre todo, incertidumbre. Porque es lógico, aquí se construye todo lo que viene adelante con esa persona.

Podemos pasar horas y horas compartiendo con esa persona que recién entra a nuestras vidas y no repetir una simple anécdota, por un lado, sería imposible resumir en poco tiempo resumir nuestros años de vida en sólo días, por el otro siempre queremos escuchar historias nuevas y más si vienen de la persona que nos gusta. Pero esa es una historia para otro día.

La mayor parte de los comienzos son inocentes y limpios, mostramos nuestro potencial. Casi siempre el comienzo nos invita a sacar lo mejor de nosotros para cautivar a la otra persona, por un período de tiempo somos buenos, graciosos, valientes, agradables, casi perfectos.

Lo nuevo seduce, y lo hace porque tiene tantas cosas para descubrir que nos invita a hacerlo. El hombre es curioso por naturaleza, por eso es que odiamos las rutinas e intentamos, con más o con menos éxito, huir de ella. A raiz de esto, cuando el tiempo pasa y nos queda menos por descubrir, a veces, buscamos cosas nuevas en otra parte, comenzar de nuevo...

El secreto, el gran secreto, no está en descubrir una nueva persona todas las veces, sino en descubrir y promover que descubran en nosotros a una nueva persona cada día.

Y es algo tan obvio, que lo terminamos pasando por alto.

Neo

domingo, 9 de enero de 2011

Decepciones y Resurgimientos (y II)

Me gustaría extender un poco de lo que neo les habia hablado anteriormente. Lo había dicho en modo de comentario, pero ya que puedo, quisiera profundizar un poco.

Una situación típica de decepción suele tener mucha analogía con lo que se conoce como "etapas de la aceptación de la muerte". No por la pérdida per se, sino a las etapas que ambas comprenden para lograr su superación.

Primero: la negación. nos negamos a creer lo que pasa, no lo queremos aceptar. Empieza un lapso de ceguera en el que somos incapaces de ver con claridad la cruda realidad. A veces hasta sentimos la necesidad de mantener nuestra fé hasta que llega el punto de haber agotado todas nuestras opciones y eventualmente comprender que hemos perdido un muy valioso tiempo y, en vez de tratar superarlo, seguimos creyendo en la imposibilidad del hecho probable y probado.

Le sigue una rabia. Justamente es en este momento cuando nos damos cuenta del error que hemos cometido, empezamos a buscar culpables y empezamos a tomar decisiones fuera de nuestras casillas. Sentimos rabia porque nos encontramos a alguien que le dió menos importancia que nosotros (mucho menos), empiezan las discusiones subidas de tono, llegando a ofensivas algunas de ellas, y en casos extremos conlleva a la agresión física. Nadie maneja la ira de la misma manera, solo unos pocos sabemos controlarla.

Luego creemos que tal vez haya una luz al final del tunel. Empezamos a creer que no todo está perdido y comenzamos una búsqueda de algo que no existe, que sabemos que no va a ser lo mismo. Es correr tras el viento tras una oportunidad ya consumada. Cedemos aún mas espacios de los que previamente hemos cedido, a veces hasta rayando en lo indigno, en la falta de respeto con nostros mismos, pero toda este impulso que nos hace a tener fe, con el pasar del tiempo nos conduce a no creer en milagros.

Mas tarde llega una depresión profunda. Los ánimos se van al piso, es aquí cuando los recuerdos no salen de la mente, todo te recuerda a todo. La mente comienza una búsqueda innecesaria de reminescencias de la persona que te decepciona en objetos, personas o situaciones. Irónicamente mientras mas tratas de olivdar mas se profundiza esta etapa, pero eventualmente y cuando menos esperamos llega la siguiente y ultima fase.

Aceptación. Simplemente entendemos que nada ganamos pensando en todo lo malo que nos pasó. En vez de eso intentamos ver lo poco que se pudo salvar y tratar de aprender, a fin de cuentas, el tiempo pasa y no va a esperar por nosotros.

Nuestra misión no estará en tratar de evitar pasar por estas etapas tratando de conocer mejor a las personas y evitando una decepcion, es algo tan imposible como estornudar con los ojos abiertos, sino en qué tan rápido avancemos por cada una de estas fases y lograr la superación. Nuestro éxtito dependerá en nuestra capacidad de reacción, en nuestra habilidad de levantarnos del golpe y de acortar el tiempo entre las etapas para llegar lo mas pronto posible a lo deseado: El resurgimiento.

Recuerdos.

Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia...

Aquella canción que sonó en el momento especial. El sitio que visitamos y fue tan divertido, el aroma del perfume, lo que te dije, lo que me dijiste, lo que dijimos, los recuerdos. Ah, los recuerdos...

Muchos aseguramos tener mala memoria, en mi caso digo que es pésima, soy incapaz de recordar asignaciones y/o nombres si no los escucho muchas veces. Me ha pasado que a las 10 de la noche de un día recuerdo que a las 4 de la tarde debí estar cumpliendo con algún asunto. Un poco tarde.

Y sin embargo, recuerdo perfectamente el día que la conocí. Recuerdo muchas frases,situaciones de aquella noche. Recuerdo lo que vestías y las miradas que cruzamos. Recuerdo la primera fiesta y, cómo no, el primer beso. Y el 2do. ¿A quién quiero engañar? Creo que puedo recordar cada beso.

Recuerdo lo nervioso que estuve cuando no sabía qué decir para sacarte una sonrisa, así como también lo fácil que fue sacarte todas las que siguieron. También recuerdo haberte visto llorar, y, en ese momento, habría matado de ser necesario para que esas lágrimas dejaran de correr.

Recuerdo aquella vez que decidimos esperar hasta el día siguiente sólo para poder presumir de haber visto el amanecer juntos. Sólo porque sí, porque era agradable sentirse en compañía. No cualquiera, sino cada uno arropado por los brazos del otro.

Recuerdo nuestra primera discusión, la sensación de que se manchaba un lienzo inmaculado. También las siguientes. Verte molesta por tonterías, verme molesto por cualquier cosa, arreglar las diferencias y reirnos del otro, olvidábamos el momento que pasó. En especial recuerdo aquella pelea que me hizo pensar que ya no te vería más. No sabía qué tan equivocado podía estar. No sabía que era tan solo una introducción a una historia que sería larga.

Recuerdo tantas cosas que podría escribir un libro, contárselas en un futuro a mis nietos, tener en qué pensar cuando mire hacia atrás y reirme... y eso a pesar de tener mala memoria.

Lo que no sabía era que al final eso sería todo lo que queda: Memorias. Y en este momento no se si quiero recordar.

Cualquier parecido con la realidad, es pura coincidencia... ¿o no?

Neo.

sábado, 8 de enero de 2011

Corazón, no jodás.

“Querido corazón, vos mejor no opines. Dejá que mi cerebro maneje esto, porque vos estás hecho mierda. Mejor descansá, tomate unas vacaciones. No jodas”. - Fabio Fusaro
Hoy desperté con esa frase en la cabeza y quise compartirla con los que no la conozcan. Fabio Fusaro, el escritor de esas líneas, es un argentino que se hizo un nombre escribiendo sobre relaciones sentimentales, y lo logró porque analizó en frío las situaciones más frecuentes que envuelven a las mismas.

Las líneas que abren este texto describen lo que deberíamos hacer cuando el momento de la ruptura llega. A veces el corazón está cargado de buenas intenciones, pero tiene tan pocas ideas... a veces no tiene ninguna idea. En ese momento lo mejor es dejar que el cerebro tome el control, simplemente porque para eso está.

Cuando las cosas van mal, siempre caemos en la precipitación. La desesperación por tapar una gotera, nos lleva a abrir boquetes que terminan en un caudal de agua que nos sobrepasa. No somos capaces de ordenar nuestras ideas y, cual cuerpo sumido en arenas movedizas, con cada movimiento nos enterramos más y más.

Entonces toca dejar que la cabeza tome las decisiones. Toca pensar en frío.

Por otro lado, siempre he sido enemigo de la idea de que se puede amar con la cabeza, de que se pueden controlar los sentimientos, intentar hacerlo es mentirse. Lo que podemos controlar es la manera en la que los expresamos, o cómo dejamos de hacerlo.

Podemos escoger cómo engañar al resto del mundo, podemos intentar engañarnos, podemos hacer muchas cosas, pero no podemos amar con la cabeza. Podemos amar, sentir profundamente, pero no debemos dejar pensar al corazón.

Neo.

viernes, 7 de enero de 2011

Efecto mariposa.


A menudo nos pasa que nos levantamos del lado equivocado de la cama, empieza una cadena de sucesos que llega a amargarnos el día, la semana, y quién sabe, el año.

Comenzamos a buscar causas probables, responsables y culpables (es decir, excusas) de todos estos sucesos, así como también de todas las decisiones erradas que podamos tomar a lo largo de nuestro tiempo y casi siempre llegamos a conclusiones que realmente me asombran por lo lejos que están de la realidad, llegando a obviar que un 'sistema' tan complejo como la vida misma puede llegar a ser, en la práctica, totalmente impredecible debido a la extrema sensibilidad de todos los elementos que nos rodean.

Todo esta interrelación implica que el más mínimo cambio puede marcar nuestra vida para siempre, y que, si no conseguimos lo que buscamos en determinado momento, no habrá culpables. Simplemente no habrá motivo para culparnos a nosotros mismos por lo ocurrido ya que hasta un aleteo de una mariposa en Hong Kong puede provocar un huracán que arrase una ciudad en México. (obviamente, es una parábola).

Pero el ser humano es algo terco. Si hay algo nos caracteriza es nuestra curiosidad, y debido a esto le cuesta aceptar que las cosas pasan porque sí, no necesitan de motivo aparente alguno, aunque así lo tuviesen, la razón de fondo es... ninguna... simplemente... pasan. Y ocurren por una serie de eventos extremamente interrelacionados, y la cadena es practicamente infinita.

Hay un proverbio chino que dice "Por culpa de un clavo se cayó la herradura, por culpa de la herradura se perdio un corcel, por culpa de un corcel no llego un mensaje y por culpa del mensaje que no llego se perdio la guerra."

Asi que, En vez de buscar sal en lagos, en lugar de torturarnos con algo que pudo salir bien, y no le dio la gana, basta con intentar "aletear" a ver si un mínimo cambio en nosotros puede causar una gran mejoría o por lo menos cierto grado de tolerancia con lo que tenemos consiguiendo la mayor suma de felicidad posible.

jueves, 6 de enero de 2011

Decepciones y resurgimientos (I)

La decepción es la sensación que te queda cuando te hacen bajar del cielo al infierno sin escalas en el purgarotio. - Un decepcionado.

Una de las sensaciones más difíciles de superar es la decepción, esto sucede porque mientras más expectativas tienes sobre una persona y/o situación, más grande es la misma. Generalmente cuando te decepcionan, lo hace la persona a la que le tienes más fe, de la que menos lo esperas, de la que menos quieres que lo haga.

El camino a la decepción es largo, pero lleno de diminutas señales. Una vez se toma, pocas veces da marcha atrás. Nos enteramos de que estamos inmersos en él cuando el golpe es inevitable.

No existe tal cosa como la persona perfecta, sino la idealizada. Somos humanos, tomamos miles de decisiones en el transcurso de nuestra vida y lo normal es acertar en muchas pero fallar en más todavía.

Más importante que el momento de decepción es el del resurgir. Y es así simplemente porque a veces nos cuesta levantarnos después de recibir un golpe.

La realidad es que aquello que te decepciona simplemente estaba destinado a suceder y a dejar una lección. ¿Que pudimos aprenderla de otra manera? Tal vez sí, pero generalmente ni la mejor de las explicaciones vence a la maestra por excelencia: La experiencia.

Así que quedan algunas cosas por hacer.

Aceptar y aprender la lección: Que lo que te sucedió no sea en vano, y que te sirva de aviso para situaciones futuras.
Despejar tu mente: Mientras más piensas, más revives lo sucedido. Si vas a darle vueltas, que sea para aprendizaje y no para sufrimiento.
Nadie más debe pagar las consecuencias de lo sucedido: El resto del mundo no tiene culpa de nada, incluso pueden no tener idea de lo sucedido.


Amigo, aprende tu lección, respira profundo, ajústate el cinturón y sigue adelante, el camino no se termina. La función apenas acaba de comenzar...

Neo.

Mientras más bella...

"The prettier the girl, the lonelier she is because most guys are too scared to talk to her" - Charlie Francis Harper.


De vez en cuando me da por pensar que el grupo de guionistas que hacen las líneas de Charlie Harper -para los que han pasado los últimos 7 años de su vida en una cueva, es el personaje principal de Two and a Half men-, son unos sabios. Y no porque se las ingenian para crear las situaciones que nos hacen reir de mil maneras cada semana, sino porque, de vez en cuando te producen frases como la que inicia la entrada: "Mientras más bella es la chica más solitaria está, porque la mayoría de los chicos sienten miedo de hablarles."

Y, aunque yo cambiaría sentir miedo por sentirse intimidado, es la verdad: la belleza de una genera el pesimismo del otro. Y el nerviosismo. Y desarrolla la idiotez. Y tantas otras cosas.

El pensamiento del 75% de los caballeros ante una chica que posee una belleza deslumbrante se divide entre los: “¿Para qué el esfuerzo?”, “¿Qué puede ver ella en mi?” “¿Ella? Podría tener a quien quisiera” El otro 20% piensa tener oportunidad, pero no se acerca. Y finalmente 5% acierta. O lo intenta, que no es poco.

Historia de un fracaso anunciado:

Noche cualquiera con tus amigos, digamos una fiesta, vemos a la chica, sentimos el flechazo, preguntamos a los alrededores quién es, que si la han visto (como si no llamara lo suficiente la atención), pensamos acercarnos, seleccionamos la frase que romperá el hielo, sabemos que con esa frase no podemos fallar, agarramos aire y acopiamos valor, damos el paso adelante y… media vuelta, la ansiedad, la calma y de vuelta al principio. Así hasta que uno de los 2 se retira.

¿Qué estuvo mal? Todo!

Y sucede simplemente porque no nos ponemos a pensar en que ¿quién te dice que lo que ella quiere no puedes ser tú? Me di cuenta de que es algo estúpido, que no hay por qué dejarse cercar por esa barrera invisible y que lo peor que te puede pasar es el rechazo, porque ¿Acaso no estabas asumiendo el rechazo sin siquiera intentarlo?

Señores, aún en el peor de los casos, a menos que seas un completo idiota en las maneras, vamos a ganar una amistad. En el mejor de los casos, sólo dios sabe.

Así que, a los chicos:

Contribuyamos con uno de los propósitos del hombre: vivir en compañía. Acompañemos a una chica linda, seamos parte del 25% de los atrevidos, que quizás, sólo quizás, seremos lo que ha estado esperando. Eso sí, no le echemos a perder el camino a los demás, seamos inteligentes ante todo.

Y ustedes chicas, en algunos casos, ustedes resultan ser una misión suicida: no sean muy duras con aquellos atrevidos que escuchen mi consejo y no sean de su agrado, no hace daño el rechazo sino las maneras.

Neo

miércoles, 5 de enero de 2011

El orgullo y la estupidez.

El orgullo desmedido produce amargura, ceguera y, sobre todo, malas decisiones. Entendido? Bien, podemos seguir. La estupidez radica en tomar decisiones guiadas por el orgullo. Punto.

Ya que lo establecidos, ahora me explico:

Debo reconocer que hay un punto de amor propio que siempre se debe tener en cuenta, que si no somos capaces de respetarnos, difícilmente otra persona puede hacerlo. También que hay acciones que duelen, que hay situaciones que cuestan superar y que si no ponemos un freno, no dejarán de suceder. Hasta ahí todo claro.

Pero ¿Qué es el orgullo desmedido? Simple: Es el ego herido brutalmente por acciones que terminan tocando fibra. La respuesta rabiosa a la decepción, a la mano que te hizo un daño de tal magnitud que te lleva a querer dar lecciones que los demás "deben" aprender. Y usamos cualquier medio, no nos importa lo que nos llevemos por delante cuando queremos dar esa clase. Una vez diste tu lección magistral, te quedas con el siguiente resultado: el daño intacto, más heridos en el camino y, principalmente, acciones de las que igual y aunque te arrepientes firmemente, ya no puedes corregir.

Y esto se repite una y otra vez. Nos hieren, devolvemos el daño, rompemos, juramos, gritamos, prometemos, amenazamos... y a veces cumplimos. Y otras veces, nos arrepentimos.

El resultado de querer apagar un incendio generando otro incendio no es precisamente la calma y la tranquilidad. Y todos queremos la calma y la tranquilidad...

Y concluyo con la penúltima obviedad: La ira nunca ha sido la mejor consejera. De hecho, la ira no es siquiera una consejera.

Neo

martes, 4 de enero de 2011

El tiempo sabe. (Parte 1)

25 años de vida, entre tantas cosas,  me han enseñado que no puedes tener todo lo que quieres, que no es posible estar con dios y con el diablo a la vez. Que cuando tienes un camino en frente y hay dos vías, debes tomar una decisión, y que muchas veces una vez tomada, ya no hay vuelta atrás.

Que somos dueños de nuestras acciones y responsables de sus consecuencias, las asumamos o no. Que una decisión tardía es casi tan perjudicial como una tomada muy a prisa.

Menos tiempo me tomó entender que lo nuevo suele ser o parecer bueno, que con las semanas se desgasta y que si no lo cuidas, se rompe. Y que una vez roto, aunque le pongas muchas vendas, le des muchos mimos y le concedas el doble de tus atenciones, seguirá estando roto.

Aprendí que no existe manera de no caer en rutinas porque no hay mente creativa que aguante una vida entera sin repetir actos, así que el asunto radica en convertir lo que las rodea en algo agradable.

Supe que, contrario a lo que se dice, el tiempo no cura, sino que te ayuda a expandir horizontes, conocer nuevas situaciones y entender por qué pasan las cosas.

25 años me han servido para saber que el tiempo sabe, y me enseñó que la vida es una escuela que jamás te deja de dar lecciones...

Neo.

domingo, 2 de enero de 2011

Ajá, año nuevo. Y ahora qué?

Sí, ya estamos en 2011.

Ya fue la fiesta, la joda, el trago, más trago, la cena, más tragos, el coma etílico y su amigo el ratón, la recuperación y siguiente pea. Ya se acabó la obligación de comer hallacas, ya no queremos saber nada del pan de jamón, la primera opción en la radio ya deja una gaita, se decretó final del operativo de regalar deseos paz y amor que el 90% de las veces son más palabras para quedar bien que sinceridad.

Ya van 2 días de este año, así que ya hicimos muchas cosas por primera vez, ya el chiste pierde su gracia, hace mucho que estamos cansados de los mensajes navideños, de las cadenas de los que no te hablan en todo el año pero en este período quieren parecer tus mejores amigos.

Y nos queda el habituarnos de nuevo a la carga de responsabilidades que dejamos atrás, recuperar el horario de sueño, poner al día los pendientes, maldecir las clases, maldecir el primer examen/exposición/taller. Ver la cara de tu jefe y de tus compañeros de trabajo, recuperar tu rutina...

Sí, ya estamos en 2011. No, no hay diferencia. Ahora sigamos con nuestras vidas.

Neo.

1era entrada: Y la amenaza se hizo realidad

Eran tantas las cosas que me pasaban por la mente, tantas ideas sueltas que las amenacé: como sigan ahí ¡Me creo un blog! Fue más que suficiente, se escondieron tan pronto como escogí un nombre.

(Y se escondieron muy bien.)

Por lo pronto sólo diré que estoy aquí, que vendré varias veces, pero no todas las veces. Que hablaré de... cualquier tema. Incluso hasta terminaré hablando de varios temas en un mismo momento. Que me tomará un tiempo escribir con naturalidad y fluidez, tal vez un día o 20 años.

(Y las ideas siguen sin aparecer.)

Prometo no esforzarme por agradarles, lo que llevará a que tal vez termine sucediendo...  

(Y me cansé de buscarlas, que no son horas...) 

En fin: Bienvenidos, el último en pasar que cierre la puerta y se ponga cómodo.

Neo.

Pd. Aún en construcción. Con el tiempo el aspecto mejorará.... o no.