martes, 22 de febrero de 2011

Soñar.

Esta es otra historia de esas que pasan, o que tal vez no.

Fue un día largo,  tal vez el que comenzó más temprano en el tiempo que puedo recordar. 

Hice tantas cosas que terminé agotado, busqué dormir sin lograrlo, así que me dediqué a esas cosas que dejé pendientes. Hay días que se prestan para comenzar tareas que dejas inconclusas, otros que son ideales para atar todos los cabos sueltos.

Inesperadamente, llegaste a casa. Recordaste que acá las puertas siguen abiertas para ti y decidiste pasar. Te vi acercarte, sentí emoción. Sin mediar palabras te lanzaste a mis brazos, sin dejarme tiempo para reaccionar, me besaste. Fue un beso de aquellos, de los que hace tiempo no sentía, de los que sólo nosotros podemos crear. Sabes que no cierro los ojos, y como era habitual al principio, me lo recordaste, nos causó mucha risa.

Compartimos la tarde, y fue diferente. Entre chistes, cosas tontas, besos, abrazos se demostraban dos cosas: que aunque hace mucho que no te tenía conmigo la química parecía intacta, y que el tiempo se nos escurría de las manos porque tu presencia no perdió su efecto natural: acelera mi reloj con la misma fuerza con la que deseo que no se nos acabe el momento. 

Llegó la noche, fue una de luna llena y cielo despejado y estrellado, justo como aquella primera vez. Hablamos tanto, reconocimos errores, tus culpas y las mías, todo lo que nos separaba parecía difuminarse. Fue una conversación agradable, aunque sincera y directa no llegó a ser discusión acalorada, supe que estábamos madurando e hice el comentario, sonreimos y callamos, el tiempo nos ha hecho crecer.

Entre las excusas normales, esconder relojes, perder todas las llaves y fingir amnesia temporal nos llegó esa hora que evitábamos contemplar, tocaba llevarte a casa. Nos montamos en el auto y andamos un rato, manejé lento, quería estirar el viaje tanto como fuera posible. 

Casi al llegar, supe que no quería dejarte. Me armé de valor y, suponiendo una negativa, te pedí que te quedaras conmigo. Mi sorpresa fue mayúscula cuando accediste, diciéndome que en todo el viaje esperaste que lo propusiera. No recuerdo haber deseado alguna vez llegar tan pronto de tu casa a la mía.

Ya en casa fue otra historia, pasaron tantas cosas y tan poquito es lo que puedo contar. La noche terminó con ambos durmiendo abrazados, un momento que esperé sucediera tantas veces y que ahora sólo deseo repetir tan pronto como sea posible.

Luego llegó la mañana, tocaba abrir los ojos, despertar. Nada parecía haber cambiado, tendí mi brazo hacia un lado y miré a mi alrededor, pude notar algo que me inquietó y se me puso una sonrisa tonta en la cara, entendí perfectamente lo que pasó esta noche: sólo había sido un sueño... 

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran

lunes, 14 de febrero de 2011

Si tuviera una oportunidad...

Hoy no es un día normal, quiero hacer y decir tantas cosas que no sabría por dónde empezar...

Si tuviera la oportunidad, te enamoraría cada día, no cometería el error de dar tu presencia por sentada. Entendí que enamorar a tu pareja es un trabajo que jamás termina, una obra que no deja de construirse, y que a pesar de que no hay descanso, el premio es de magnitud tal que todo lo vale.

Quisiera mantenerme diferente al resto ante tus ojos y que la sonrisa que genere, jamás se borre de tu cara. Escojo ser el motor de tu felicidad y prometo mantenerme encendido. No me quedaría con nada, guardo dentro de mi tanto que compartir y no quisiera dejarlo para cuando ya no estés. 

Si pudiera, demostraría que he aprendido mis lecciones. Se que conmigo las cosas no fueron siempre un camino de rosas, pero es lo que pasa cuando vas improvisando para seguir adelante. No puedo prometer que te daría un viaje perfecto, pero sí el mejor que mis esfuerzos pudieran darnos.

Se que si tuviera una oportunidad de hablarte, terminaría tomando tus manos, miraría a tus ojos y aunque mi voz se quebrara, intentaría decirte eso que di por sobreentendido: Te amo. Dos palabras que son tan básicas pero que sólo Dios sabe la magnitud del sentimiento que esconden detrás cuando soy yo quien las dice y tú la que las escucha.

Si tú quisieras, te llevaría conmigo hasta el final de mis días, y si fuera posible, entonces pediría que siguieras incluso más allá de ese momento, porque estoy seguro de que de haber tenido una hoja de ruta ideal, en ella ya eras mi compañera.

Pero si mis esfuerzos fueran en vano, no habré sentido que perdí mi tiempo. Aún hoy, después de tanto, no siento haberlo perdido, todo lo malo que pudo pasar se vuelve nada si escogiera solo un buen momento vivido contigo.

Lo cierto es que no estás, y no se si algún día tendré esa oportunidad...

Neo.

-------------- 

Nota: Desde acá quiero desearle un muy feliz día a todos aquellos que, como yo, están enamorados. No importa a quién o que amen, no importa cómo lo hagan, ni siquiera qué tanto éxito tengan manifestando o recibiendo una respuesta, lo que importa aquí es que simplemente aman, así que disfrútenlo.

viernes, 11 de febrero de 2011

Extrañar.

Dicen que lo que se siente al amar es fuerte, otros dicen que es puro y, algunos más arriesgados, dicen que el amor encabeza ambas listas. Yo difiero.

La sensación más fuerte y pura es la que te queda cuando extrañas a alguien. ¿No me creen? Analicemos.

Cuando extrañas a alguien, buscas de la nada un pretexto para encontrártelo, sacas tiempo de donde no hay, fuerzas del cansancio y hasta coraje de donde sólo hay temor.

Cuando extrañas a alguien, recuerdas con tanta fuerza que con solo cerrar los ojos revives un momento, con todos sus detalles. También recuerdas muchas cosas que la rutina y el paso de los días van opacando. Hay cosas, que de tanto verlas, dejamos de apreciarlas.

Todos los días vemos salir el sol y es algo que ya no nos sorprende, sabemos que pasará así que simplemente lo dejamos ser, pero si llega el momento de un eclipse, lo esperamos con ansias. Eso es lo que pasa cuando no es algo cotidiano.

Cuando extrañas a alguien, sus defectos ya no parecen tan grandes, y las razones por las que ese alguien no está, tontas. A medida que más extrañas, más estás dispuesto a dejar pasar los detalles.

Cuando extrañas a alguien, una palabra de esa persona es refrescante para el alma, da fuerzas para seguir adelante. Extrañar es vacío, pero a la vez es combustible, nada renueva el amor como la sensación de extrañar a quien está a tu lado. He pensado que una forma de definir el amor es como esa capacidad de extrañar continuamente a alguien y actuar en consecuencia.

Extrañar a alguien impulsa a actuar a quien ha perdido la ilusión, el sólo hecho de recordar las cosas buenas (y la mente, caprichosa que es, se empeña en recordar únicamente las cosas buenas), lleva a querer acercar a esa persona de nuevo.

Ahora, si extrañar purifica, cura, regenera, ilusiona e impulsa, entre otras tantas cosas, que alguien argumente en mi contra y me díga que no es la sensación más intensa que hay.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.

jueves, 10 de febrero de 2011

Hasta pronto...


Hoy es uno de esos días que, por extraños que son, suelen causar un pequeño desorden. Eso que llaman "rutina" por alguna razón en especial se rompe y todo pequeño cambio casi siempre deriva en una consecuencia macroscópica, algunos señalan esto como "teoría del caos". Tomando un poco de distancia, dando unos pasos hacia atras para tratar de ver todo en perspectiva me doy cuenta que, de hecho, es real.

Hoy no era un día distinto a los demás. No supe si era yo quien tenía planes para mi dia o era mi día el que tenía planes para mi pero la razón de ser era la misma; había un plan de vuelo que esperaba se cumpliera sin contratiempos.

A las pocas horas supe que este día tenias planes para mi y no eran los que yo esperaba, mucho menos eran los que yo quería.

Primero que todo, quisiera comenzar hablándoles de ella. No sé si por costumbre o necesidad, pero de a poco se fue convirtiendo en algo indispensable para mi, y aunque no logro descifrar sus motivos, una vez que desempacó sus maletas rompió el boleto que tenía para irse. Ella vino para quedarse.

En mis días siempre estuvo ella. Me despertaba y ahí estaba, en mi trabajo estaba allí, me iba a mi casa a descansar y ella me acompañaba, e incluso al irme a dormir se quedaba conmigo. Me hablaba de cosas chistosas, incomodas, a veces hasta me obligaba a entablar una conversación conmigo mismo. Era la relacion de codependencia mas extraña e intensa que he tenido en mi vida.

Pero bueno, como les iba contando, mi dia corría cual reloj suizo. Su plan de vuelo estaba inmaculado y en completa normalidad pero súbitamente sucede lo inesperado: El vuelo anuncia un desvio.

Era ella quien se iba. No tenía la certeza de lo que esto significaría para mi y la mayor parte de mi no quería aceptarlo. Sin embargo, estoy mas tranquilo de lo que esperaba porque en el fondo sé que esta separación nos hará bien a los dos y, aunque ella me prometió que sería corta su ausencia yo estaba tan arraigado a ella que no concebía la idea de tenerla lejos. Necesitaba las extrañas conversaciones que tenia con ella, su rara forma de hablarme con su profundo silencio, y sobre todo quería sentirla aquí conmigo mientras le dedicaba estas lineas.

Es extraño, a pesar del tiempo que me tomé para reflexionar, aún me veo tan de cerca que no logro ver con claridad que es lo que pasa dentro de mi y siento que es ella misma quien me venda los ojos y me invita a adivinar su identidad. Si... Voy a extrañarla, sé que pronto estará conmigo de nuevo pero por ahora siento que debo dejarla ir e inventar alguna manera de tenerla conmigo mientras esta ausente.

No termino de entender por qué, pero me acostumbré tanto a ella que ya pido a gritos que vuelva. Ella probablemente este bien sin mí, o tal vez no, pero por muy extraño que les suene lo que estoy a punto de decir, yo buscaré la manera de sobrevivir sin ella mientras regresa.

Hasta luego... Soledad...

sábado, 5 de febrero de 2011

Planes.

Si quieres hacer reir a Dios, cuéntale tus planes...

Hace un tiempo ya, me encontré despidiendo el año en medio de propósitos. Hasta ese momento siempre me marqué, dentro de mis necesidades, las metas más sencillas. Nunca me exigí más de la cuenta pero tampoco llegué a revisar el estatus de mi lista. Era curarme en salud: aunque supongo que dejé mucho sin cumplir, nunca mire para no defraudarme al confirmar que encontraba todo a medio terminar llegado el momento.

Sin embargo este era un año especial, así que me sentí valiente y fui a más. Se me ocurrió que era hora de avanzar, crecer y de poner las bases sobre las que podría construir mi familia en tierra firme. Sentí que era hora de centrarme en mi futuro y aunque sabía que tenía mucho por hacer, más valía que empezara pronto. 

Recuerdo que en aquel momento sabía qué quería, cómo lo haría e incluso cuánto me tomaría. Daba por sentado que era cuestión de tiempo, que nada alteraría mi plan porque así estaba decidido. En algún punto olvidé los conceptos de constantes y variables, y si olvidé eso, era imposible recordar que las voluntades son más de lo segundo que de lo primero.

Pase de saber qué quería, tener con quién compartirlo y calcular cuándo podría ser a sólo saber solo lo primero de la lista. Siempre aquello con lo que no cuentas, es lo primero que sale mal. No contaba con esos cambios que se podían dar, no supe prevenirlos, tampoco supe actuar cuando se dieron y fui perdiendo paulatinamente el camino.

Aunque de aquello hace un tiempo y de mi plan original queda poco, mucho de lo perdido se puede recuperar, otras cosas tendrán que cambiar, pero se que sigo queriendo cumplirlo.

Hay cosas que simplemente se escapan de nuestras manos y también muchos planes abarcan más de lo que podemos cubrir. Yo no se dónde estaré esta noche, de hecho, no sé si estaré esta noche. ¿Cómo puedo saber entonces qué haré con el resto de mis días?

La única certeza que te deja el andar de los días es que la vida se acaba, con penas o con glorias, pero se acaba. El asunto radica en hacer lo mejor que puedas con los recursos que tienes y el tiempo que te queda en todos los sentidos.

Entendí que mi vida no es una empresa, en la que si no estoy, alguien seguirá con la idea que dejé por cumplir. De poco sirve detallar tus planes, si el viaje por la vida es caprichoso y las voluntades, cambiantes. Ahora se que aunque sigo teniendo un propósito, no se cuál es mi hoja de ruta. Espero llegar, pero no se con qué me puedo encontrar en la vía.

Neo.

Pd. De verdad espero sus comentarios aquí o en facebook, twitter (vía @Ernesto_Leon), messenger, mensaje de texto, personalmente, como prefieran.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Un día perfecto.

Ya es algo tarde esta noche, por alguna razón aún estoy despierto y creo saber cuál es.

Ayer desperté con ganas de enfrentar el día que se me venía encima, para ser sincero muy pocas veces me levanto con tal fuerza de voluntad, pero al final era un día mas que encarar. Agradeciendo que tuve una buena noche de sueño y que era una mañana simplemente brillante.

Todo apuntaba que sería jornada positiva. Me bastaron pocos minutos para ir desechando esa idea a cuentagotas. Una cosa tras otra, en un efecto dominó fueron cayendo unas encima de otras. Mi idea del día perfecto se iba desvaneciendo en el transcurrir de las horas.

El trabajo se vino abajo, era demasiado trabajo junto para tan poca recompensa, hasta tuve que trabajar en mis horas libres. Las relaciones con las personas que quiero y que estaban a mi alrededor comenzaron a volverse un poco ásperas, algunas hasta insoportables. Traté en lo posible de olvidar el tema, no quería que lo que al despertar deseaba se esfumara así de fácil y por eso intenté hablar con un par de amigos... No encontré a nadie.

La noche no fue muy relajante tampoco. Recibo un par de noticias que esperaba hace un par de semanas, debido a ésto se me hacen irrelevantes e incluso me hacen sentir un poco frustrado... tiempo perdido... Intento dar este día por terminado pensando que nada me salió bien y me voy a la cama a dormir y ni eso pude.

Y al final del día, mientras pensaba en todo esto logré darme cuenta que cuando vemos las cosas torcidas es porque las vemos estando derechos, basta con inclinarse un poco para verlas de nuevo a la perfección, es cuestión de adaptarnos y seguir intentando, es solo tratar de ver el vaso medio lleno. Estoy de la misma manera como me desperté esta mañana, después de todo, después de semejante día aún sigo de pie.

Me levanté con ganas y me voy a la cama lleno de optimismo, el día no pudo ser más perfecto dentro de su imperfección. Mañana es otro día y en vez de pensar que nada me pudo salir peor intento creer que mañana las cosas me saldrán mejor que hoy.